El agua es uno de los elementos indispensables en nuestra dieta. De hecho, Hiromi Shinya, autor de La Enzima Prodigiosa, insiste en la importancia de beber agua “de calidad” para mantener nuestra mente y nuestro cuerpo con buena salud.
Si bien el agua es una sola, la manera de dispensarla es amplia, existiendo distintas opciones: la fuente de agua de filtración, el dispensador de agua de garrafa, la osmosis.
Los más comunes y utilizados son los dos primeros. Entre los tres sistemas, la filtración es el más idóneo, puesto que la osmosis inversa requiere un mantenimiento bastante caro, además de tener un gasto de agua excesivo: por cada litro de agua se desperdician tres. Por otro lado, la fuente de garrafa es incómoda y también cara, como veremos a continuación.
La fuente de agua por filtración elimina, con un cierto número de filtros, los sedimentos y partículas del agua, y también puede modificar el sabor, si éste no es agradable.
La principal ventaja de un dispensador de agua de filtración respecto a los dispensadores de garrafa es su coste: mientras que el agua de la red es económica (un litro cuesta aproximadamente 0,0006 euros), el coste de una garrafa de agua de 20 litros ronda los 6 euros, lo que supone 0,30 euros por litro de agua. Dicho así, no parecen cifras muy impresionantes, pero si calculamos que una persona bebe entre 1,5 y 2 litros de agua al día, estaremos hablando de 219 euros al año. La misma cantidad de agua en una fuente de filtración nos costaría 0,43 euros.
Asimismo, las fuentes de garrafa presentan otro inconveniente: lo incómodo del sistema, en el que hay que almacenar y cargar (para cambiarlas) botellones de 20 kilos. Un peso que se notará en la espalda de los empleados, o de los miembros del hogar. Este hecho se evita con las fuentes de filtración, que no precisan de complemento alguno para dispensar el agua. Además, el agua de las fuentes de filtración es ilimitada, aspecto que no encontramos en las fuentes de filtración, donde estamos limitados a los litros de la garrafa en cuestión.
Por último, aludiremos al tema de la salud, y es que las garrafas de agua de los dispensadores contienen BPA (Bisfenol A), un químico usado en la fabricación de plásticos que es tóxico, y de cuyos riesgos ya habló la American Medical Association, que alerta de su relación con la enfermedades como el cáncer o la diabetes.